C´est la vie
¿Alguna vez te has sentido solo? ¿Triste? ¿Impotente?
Sí, supongo que sí. No hay forma de evitar estas emociones por mucho que queramos: son parte de la vida y debemos afrontarlas con todo el valor que nos sea posible.
Hay momentos en los que te sientes como una mosca atrapada en una telaraña y parece como si el mundo a tu alrededor se volviera negro e intentara ahogarte. Unas veces la presión es por culpa de nuestros remordimientos o errores y a lo anteriormente mencionado se suman el castigo interno de nuestra conciencia.
Si es así, tarde o temprano aprendemos que de las equivocaciones se aprende y eso nos ayuda a mirar hacia delante.
Perolas cosas siempre pueden volverse mucho más difíciles.
A veces nos sentimos impontentes, frustrados y en el peor de los casos, incluso asustados por circunstancias ajenas a nosotros, que escapan a nuestro control y se nos resbalan de las manos por mucho que intentemos sujetarlas para evitar que empeoren.
En estos casos lo peor que puedes hacer es hundirte. Cuesta mucho mantener la calma, y no digamos el optimismo, pero compadeciéndote y sintiéndote mal no arreglarás nada.
Y, sí, sé de lo que hablo.
Lo mejor es armarte de valor y no dejar que nada te hunda. Habrá veces en las que puedas ayudar para que el problema se solucione, pero no siempre va a ser así.
Puede que algo te afecte directa o indirectamente y no esté en tu mano solucionarlo. De ser así es mejor no martirizarse con eso, porque perderás tu fuerza y eso desanimará aquienes estén contigo.
La vida nunca ha sido ni será de color de rosa, pero tampoco tiene por qué volverse negra. Tomará el color que tú eligas y no tendrá más caminos que los que desees recorrer.
El tiempo es traicionero y le gusta ponernos pruebas. Si quieres seguir caminando, tendrás que lavantarte por muchas veces que te tire al suelo.